viernes, 8 de abril de 2011

Maestro Chuang Tzé, espejo de lo eterno


A mi amigo Jonathan Adrian Georgalis


"Nadie conoce la utilidad de no ser útil para nada"
, decía Chuang Tzé, una radiante mañana ante el río Hao. Sus discípulos poco entendían sus palabras, pero aquel varón santo atraía a los de corazón dispuesto, y con eso bastaba. Su indigencia exterior era armoniosamente complementada por su riqueza interior. Trataba de hacer interactuar a los opuestos, como su dios Lao Tzé había enseñado, porque así nunca ocurriría un desequilibrio.
Murió en la dicha de haber creado algunas estrellas y montañas.