lunes, 4 de febrero de 2013

Una cultura nacional desviada


Anoché leí una nota que salió en Clarín sobre el reciente libro que Osvaldo Baigorria dedicó a la obra de Néstor Sanchez. No soy un apasionado de las biografías, ni me gusta leer la obra de los escritores a la luz de los acontecimientos de su existencia, pero en este caso, entendí muchas cosas que, cuando leí la obra de Sánchez- en mi caso particular, la curiosa novela Cómico de la lengua- me llamaron la atención, y no me refiero tan sólo a la deliberada incoherencia discursiva de esta novela de Sánchez, a su gusto por lo absurdo y a su algo impostado vanguardismo. En la nota de Clarín el autor aclara: "Hay un nombre que se repite, y es el de Gurdjieff, un místico ruso del siglo XIX que propugnaba la desautomatización y la ruptura de los hábitos como forma de recordarse a sí mismo, ser auténtico, entero, y mantenerse alerta. Existen métodos (Trabajos) para profundizar esa desautomatización, que Sánchez seguía estrictamente, como escribir y hacer todos los gestos cotidianos con la mano izquierda, o caminar durante horas con una piedra en un zapato, para sentir la iluminación del dolor, y luego la iluminación del fin del dolor. La experiencia no miente. No hay que mistificar lo que se experiencia." Más allá del enorme error conceptual de calificar a Gurdjieff como un místico- término exclusivamente aplicado a una rama de la ascética y de la literatura cristiana-, justamente a Gurdjieff, que se burlaba del cristianismo y de los ejercicios de piedad que se practican en los monasterios, el hecho de que Sánchez siguiera "religiosamente" la obra de Gurdjieff y terminara sus días viviendo en la calle, deambulando como un linyera demente o durmiendo en una playa de estacionamiento, confirma una vez más aquello que René Guénon decía cuando le consultaban por el sectario de origen armenio: "Hay que escapar de Gurdjieff como de la peste". El mismo Gurdjieff, según el esclarecedor libro de Whitall Perry, antes de morir, les susurró a sus discípulos: "En qué líos los dejo!" ¿Acaso buscar falsas tradiciones y maestros invertidos será una de las consecuencias de la pobre y actual cultura argentina?