lunes, 12 de septiembre de 2011

Dumézil o el síndrome de la Microscopía


Georges Dumézil, filólogo y lingüista francés del siglo XX, fue uno de los creadores del estudio en religiones comparadas. Conocía más de doce lenguas, muchas modernas y muchas más antiguas. Un hombre monumental. En él pervivieron los dioses nórdicos y los pueblos escitas, y también la desaparecida Babilonia. Pero su vida, al igual que la del atormentado Kien en Auto de fe, rebasaba los volúmenes y la obsesión por los libros. En esta imagen, de desordenada intimidad, podemos ver a un hombre atestado de cultura e información, pero ¿es posible encontrar a un contemplador que medita? la Academia siempre nos exige incorporar más y más datos, su régimen es la mera acreditación, pero ¿acaso es la gula informacional nuestra finalidad como intelectuales?...

lunes, 13 de junio de 2011

Teoría del Amanuense

Teoría del Amanuense, Editorial Alción, Mayo de 2011

viernes, 8 de abril de 2011

Maestro Chuang Tzé, espejo de lo eterno


A mi amigo Jonathan Adrian Georgalis


"Nadie conoce la utilidad de no ser útil para nada"
, decía Chuang Tzé, una radiante mañana ante el río Hao. Sus discípulos poco entendían sus palabras, pero aquel varón santo atraía a los de corazón dispuesto, y con eso bastaba. Su indigencia exterior era armoniosamente complementada por su riqueza interior. Trataba de hacer interactuar a los opuestos, como su dios Lao Tzé había enseñado, porque así nunca ocurriría un desequilibrio.
Murió en la dicha de haber creado algunas estrellas y montañas.

jueves, 10 de marzo de 2011

Destierro místico o el síndrome Jacobo Fijman


Pocas cosas están más alejadas del presente siglo que la devoción y la fe. Los pilares sobre los que ha sido construida nuestra sociedad moderna distan años luz de la práctica de la fe en el Dios inmaterial de la Biblia. El afán por los objetos, la pasión epicúrea por lo inmediato, la satisfacción de los placeres más accesibles han atiborrado lo que antes era el móvil del hombre y sus acciones: la sed de trascendencia. La multiplicidad de aparatos y utensilios ha soterrado las búsquedas sencillas del hombre, que consisten tan sólo en la paz y el bien de los otros. El santo, el profeta, el místico, ha sido expulsado de la polis, y se ha convertido en un absoluto extranjero. Este destino de errancia, intrínseco al creyente de todas las épocas, hoy también es condición de existencia del poeta que mira la trascendencia. No creemos, por ello, que sea casualidad que el artista moderno, vanguardista, multicultural e "interesante", siempre atento a los reclamos del buen gusto, no soporte estas sobrecargas y relegue la religión al terreno de los sacerdotes y teólogos. Debido a esto, encontrar hoy día poetas religiosos o místicos es tan difícil como acaso nunca antes. Los pocos que se atrevan a sobrellevar esta doble distinción terminarán en los hospicios o en la calle, padeciendo el caro precio de la santidad y la revelación. Hoy, todo poeta religioso va, indeclinablemente por el tórrido sendero de los locos y excluidos.