miércoles, 21 de abril de 2010

Minima Fragmentarium


Se puede reconocer el origen de la decadencia del pensamiento occidental en la desviación que el siglo XVI hace del "acto y potencia" tomista. Paralelamente, y agravándose el asunto, la filosofía anglosajona de la época encontrará el gérmen de su materialismo empirista en el nominalismo de Guillermo de Ockham, devenido "Esse est percipi" (Berkeley). La navaja filosa fue lanzada; la materia ya no necesita de un espíritu, indemostrable por otra parte. Podemos entonces leer la historia del triunfal materialismo moderno como una disputa originada en el seno mismo de la escolástica. Los santos díscolos de la Baja Edad Media hoy se han convertido en propagandistas del partido laborista o en su "contrincante": el disfrute epicúreo del mercado de la bolsa. Esencialmente las cosas nunca cambian, tan sólo degeneran.

2 comentarios:

  1. Lo interesante es que la filosofía actual, ni siquiera es consecuente con su materialismo. Este tiene la ventaja de ofrecer buenas sistematizaciones teóricas, al reducir la realidad a la manifestación inercial de un substrato impersonal.
    Hoy el absurdo y lo gratuito saltaron a las cátedras, y se sostiene, literalmente, lo que se quiere con minimo apoyo empírico, en función de los intereses mezquinos de una sociedad agotada. Así, entre estértores, vegeta en una atmósfera de bajeza malsana, en una nueva danza macabra.

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  2. Muy ciertas tus palabras, estimado. Recuerdo lo que me contabas hace un tiempo sobre Berdiaev en Puan, tal vez los muchachos marxistas tampoco conozcan a Kierkegaard y tampoco a Santo Tomas y así hasta el infinito. El obcecado materialismo, el más charro de los materialismos, ha triunfado, y así vamos... Un abrazo.

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