martes, 9 de noviembre de 2010

Imago Dei, Imago Mundi



Alejados del símbolo, hoy sólo vemos en las cosas su apariencia externa. Schopenhauer llamó la atención sobre la importancia de la representación para la configuración que el sujeto hace de su mundo, "El mundo es mi representación", decía en el comienzo de su capital obra. Todo es representación, o algo peor, todo es imagen. Hasta de algo tan extranjero como Dios necesitamos hacernos una imagen donde guardar en una billetera, como amuleto contra malos augurios.
Payaso de sí mismo, el hombre le ha dado la espalda a aquello que no esté sobreexpuesto; que no tenga una foto, un video, o una pintura. No percibimos los arquetipos porque estamos alelados por lo accesible a los ojos, como el incrédulo Tomás.
Así, no es de extrañar que para algunos, la música sea tan sólo un asunto de discos o reproducciones masivas de la "gran tekné".
¿Seremos afortunados y quedará en nosotros la idea de la música, la idea de Dios, el día en que el mundo pierda sus formas superficiales?...

1 comentario:

  1. Diste en el clavo con el problema de la época. Esta solo tiene ojos para encandilarse en el polvo que se deshace, y del mismo modo que el objeto de sus desvelos, su vida se esparce en el ambiente, sin ningún desarrollo individual, acariciando la superficie, con una vida que es ya una mentira. Claro, aquí siempre encontrara compañias, y si encuentra compañia para restregarse, tanto mejor. El engaño colectivo configura la verdad de la época. Hoy la profundidad es un abismo insondable donde en una hoguera infernal, los espiritus arden.

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