lunes, 19 de julio de 2010

La execrable visión microscópica



Una de las consecuencias más terribles del espíritu científico ateo de la modernidad es el anhelo de especialización. La radiografía, el microanálisis, la descomposición de los elementos del todo ha invadido todas las esferas de nuestra realidad. Este método de análisis poco o nada tiene que ver con lo que los antiguos entendían por sabiduría, más cercana a una actitud corporal de contemplación ante la realidad que a la visión mediatizada por las gafas del filólogo. La actitud estructuralista de analizar microscópicamente las minucias del lenguaje, luego del hombre y más tarde de todo lo demás, nos ha llevado a esta pérdida de la esencia que vemos cada vez más con mayor nitidez, porque detrás de los pequeños y secundarios procesos, nos olvidamos de la condición primaria. Hoy los problemas son cóncavos, o más bien superficiales, penar que también sobrelleva la filosofía occidental con sus metodologías de profesor universitario que a fuer de recibir el jornal completo, dedicará todas sus fuerzas por llegar lo más lejos posible al corte horizontal, que nunca llegará a ser transversal. No hay universidad que pague por saber qué ocurre en las napas.

2 comentarios:

  1. Comparto totalmente lo que decís. Si bien la filología supo aportar avances significativos en varias áreas, se me ocurre que ha degenerado en enfermedad y exceso, y devenido en algo que podría ser llamado “la enfermedad filológica”. Esta aqueja a nuestro mundo profunda y profusamente: baste leer a la gran mayoría de los eruditos actuales (y tenidos como tales). Uno se encontrará con una profusión de citas y llamadas, de referencias y notas al pie, el festival de la edición integra y crítica, tal caterva de escollos son hasta estéticamente horribles y pedagógicamente incomprensibles. No podría imaginarme a Platón realizando tal tarea.
    El argumento filológico llevado al absurdo nos llevaría al punto tal de que para leer a Auster o Cohelo haría falta comenzar por Heráclito u Homero, y remontarse desde ahí, hasta la actualidad; pues al fin la ramificación de citas es infinita en potencia; v.g. todos somos hijos de Adán y Eva. Es comprensible el afán del hombre de avanzar hacia la unidad, pero parece que termina ocurriendo lo opuesto: la multiplicidad desordenada y oscurantista en vez del Uno revelador.

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  2. La razón de esto es bastante simple. Una visión sinóptica, global e integradora, exige un tipo de inteligencia muy rara. Hoy, como nunca, el mundo es de la mediocridad. Este tipo de actualización resulta particularmente efectiva para integrarse funcionalmente al mecanismo de nuestra bonita sociedad despersonalizada y burguesa. Un mundo feliz, hacia allí vamos.
    Saludo

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